Camino Mozárabe de Santiago por Los Pedroches
Itinerario del Camino Mozárabe de Santiago a su paso por el Valle de Los Pedroches (Córdoba) transcurre por olivar de sierra, monte mediterraneo y dehesas que pertenecen los pueblos de Alcaracejos, Villanueva del Duque, Fuente la Lancha e Hinojosa del Duque.
¿Acabas de llegar a Los Pedroches por la Ruta del Camino Mozárabe?
Bienvenido a Los Pedroches, una joya escondida entre suaves colinas y encinas centenarias. Conocida como Fash al-Ballut en la época árabe, este territorio, también llamado el Valle de las Bellotas, te espera con los brazos abiertos desde Extremadura hasta Jaén.
¡Adéntrate en la Naturaleza Virgen!
La entrada natural a esta región la marca el puerto del Calatraveño, un pasaje majestuoso desde el sur. A medida que te aventuras a través de un paisaje de encinas y monte mediterráneo, te encontrarás con pequeños municipios que guardan secretos ancestrales y paisajes inolvidables.
Descubre los Tesoros Ocultos de los Pueblos
- Alcaracejos: Un pueblo con encanto, donde las paredes de piedra te guían hacia la historia.
- Villanueva del Duque: Fundada a finales del siglo XV, aún conserva vestigios de su esplendor minero.
- Fuente la Lancha: Casas blancas contrastan con el granito de sus dinteles, un pueblo con una historia que contar y una leyenda que cautiva.
- Hinojosa del Duque: Un conjunto monumental que te dejará sin aliento, un viaje al pasado que no querrás perderte.
Encuentra Paz y Devoción en Nuestra Tierra
No puedes dejar de visitar la Ermita de la Virgen de la Alcantarilla, patrona de Belalcázar, en un entorno sereno junto al río Zújar. Un lugar de paz y devoción que te conectará con lo más profundo de esta tierra.
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Los Pedroches te espera con los brazos abiertos, listo para revelarte sus secretos mejor guardados. ¡Prepárate para una experiencia única en contacto con la naturaleza y la historia de esta tierra legendaria!
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Los guías de Tureventos te lo cuentan:
Camino Mozárabe a Santiago de Compostela:
En su favor hay que decir que no se trata de una ruta que se ha establecido en función de algunas características artísticas que desde la administración turística se han considerado lo suficientemente relevantes como para establecer su trazado. En el caso del Camino Mozárabe a Santiago, estamos ante una ruta real, no preestablecida administrativamente, cuyos orígenes se remontan al s. IX y cuyo trazado ha pervivido sin demasiadas alteraciones hasta el momento actual.
En la recuperación y señalización del recorrido por la provincia de Córdoba se ha seguido el itinerario de los caminos medievales que en la zona existían y que seguían, en gran manera, el trazado de la vías romanas. Así, el tramo desde Alcaudete se corresponde con la vía que partiendo de Corduba se bifurcaba en dos ramales a la altura de la Laguna del Salobral, uno entrando en la provincia de Jaén y otro en la de Granada. El que lleva a Mérida sigue hasta El Vacar la calzada que llegaba hasta la capital de la Lusitania. A partir de esta pequeña población prosigue por la antigua vía que se encaminaba hacia Sisapo (la actual Almadén) y Toletum, por Alcaracejos, para girar desde aquí hacia el oeste por otros caminos que cruzaban el Valle de los Pedroches y que se dirigían hacia la comarca de La Serena, en el sureste de la actual provincia pacense.
Los distintos ramales que parten desde Andalucía y confluyen en Mérida, son el denominado «CAMINO MOZÁRABE». Y la salida natural e histórica desde Córdoba a Santiago es la venerable Vía de la Plata, vía que desde la ciudad extremeña, capital de la Lusitania romana, alcanzaba la actual Astorga en tierras leonesas. Desde Zamora, el Peregrino bien continuará hacia el norte para enlazar con el tradicional «Camino Francés, allá en Astorga, bien derivará por Sanabria y A Gudiqa hacia Orense, o bien por el valle de Aliste y Alcañices se adentrará en tierras portuguesas por Braganza y Vinhais, también hacia tierras orensanas, para llegar a Santiago.
Las últimas hipótesis apuntan el hecho de que realmente el Camino Mozárabe debió de ser la primera gran ruta hacia Santiago, ya que el sepulcro del Apóstol aparece en el s. IX y desde ese momento en adelante, Córdoba se va a convertir en la mayor ciudad de Occidente, con un importante número de cristianos que debieron peregrinar hasta Santiago.
Los orígenes del Camino Mozárabe se remontan a las peregrinaciones que realizaron los cristianos que habitaban en los reinos árabes hasta unos años después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en que se desplazaron en su mayoría hacia los reinos de Castilla y Aragón.
El Camino Mozárabe desde Granada a Mérida tiene una extensión de 613 kilómetros: Arranca en Granada y transcurre por Maracena, Atarfe, Pinos Puente, Los Olivares, Moclín, Alcalá la Real y Alcaudete (Jaén); en la provincia de Córdoba: Baena, Castro del Río, Córdoba, Cerro Muriano, Villaharta, Alcaracejos, Villanueva del Duque, Fuente la Lancha, Hinojosa del Duque; en la provincia de Badajoz: Monterrubio de la Serena, Castuera, Campanario, Magacela, La Haba, Don Benito, Medellín, Santa Amalia, Torrefresneda, San Pedro de Mérida, Trujillanos y Mérida, donde se une a la Vía de la Plata.
La recuperación y señalización del camino de Granada a Córdoba comienza en 1992, en Granada, y en 1995, en Córdoba. Se encuentra íntegramente señalizado de Granada a Mérida.
ORIGEN E HISTORIA DEL CAMINO DE SANTIAGO
Santiago el Mayor y su vinculación con España
Para entender las peregrinaciones medievales a Santiago de Compostela, debemos partir de la tradición que habla de la labor evangelizadora de Santiago en tierras de la Hispania romana.
Se sabe que tras la muerte de Cristo, Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, continúa inicialmente su labor apostólica en Jerusalén. Más tarde, pudo embarcar hasta alcanzar algún puerto de Andalucía en cualquier carguero que comunicaba comercialmente Hispania (que aportaba metales y otras materias primas) con Palestina (de la que se recibían mármol, especias y objetos elaborados).
Su misión evangelizadora comenzaría en el sur de Hispania para posteriormente desplazarse al norte por tierras portuguesas (Coimbra, Braga, etc.) llegando hasta Iria Flavia, ya en Galicia.
Posteriormente se dirigiría hacia el este de la península (Lugo, Astorga, Zaragoza y Valencia) para partir, de nuevo, hacia Palestina, desde la costa mediterránea española.
A su llegada a Palestina y tras incumplir la prohibición de predicar el Cristianismo, fue decapitado en tiempos de Herodes Agripa y se prohibió que fuese enterrado. Según la tradición, su cadáver fue robado por los discípulos Atanasio y Teodoro y llevado en barco de nuevo a tierras españolas, en concreto a Iria Flavia.
Para entender el largo viaje emprendido por sus discípulos desde Palestina a las costas gallegas para dar sepultura al cuerpo de su maestro, tenemos las afirmaciones de San Jerónimo que ratifica que fue establecido, al disponerse la salida de los Apóstoles hacia todos los rumbos de la tierra, que al morir:
“Cada uno descansaría en la provincia dónde había predicado el Evangelio»
Posteriormente, en el Breviario de los Apóstoles, de finales del siglo VI, se habla de la predicación de Santiago en España y de su enterramiento en el Arca Marmárica.
Descubrimiento del sepulcro en tiempos de Alfonso II el Casto, de Oviedo.
Tras la batalla de Covadonga, se asienta en Asturias un pequeño reino que intenta recuperar el ideal unificador de la monarquía hispanovisigoda.
Uno de los principales y decisivos monarcas de este periodo inicial fue Alfonso II «El Casto» que reinó durante un largo periodo de tiempo (entre el año 791 y el 842). Este gran gobernante estableció la capital en Oviedo, a la que dotó de numerosos edificios públicos y construyó numerosas iglesias (Cámara Santa, San Tirso, San Julián de los Prados…) y palacios, tratando de imitar el antiguo esplendor del Toledo visigodo. Su gran logro fue consolidar la resistencia al poder musulmán de Al-Andalus. Es durante su reinado cuando se produce el milagroso descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago. En el sepulcro pétreo reposaban tres cuerpos, atribuyéndolos a Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Atanasio.
Desde este momento, queda establecida oficialmente la tumba del apóstol en aquel mágico lugar, cercano al cabo de Finisterre, punto situado en el extremo occidental de Europa. El camino a Finisterre era indicado desde cualquier lugar de Europa por las estrellas de la «Vía Láctea». Desde antiguo se creía que allí se acababa el mundo y que el Atlántico era «la tumba del sol». Posiblemente estos hechos geográficos y astronómicos ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces provocó en millones de almas la ruta jacobea.
Los siglos IX y X representan la consolidación del reino asturleonés en condiciones muy difíciles desde el punto de vista político, religioso y militar. Por otro lado, Al-Andalus se había fortalecido políticamente desde la creación del Emirato primero y luego el Califato de Córdoba. Este nuevo poder peninsular quedó reflejado en numerosas incursiones militares durante los siglo IX y X, llegando a su máxima expresión en los tiempos de devastación de Almanzor.
Es por ello por lo que el enorme prestigio que proporciona la presencia de las reliquias de Santiago el Mayor, discípulo preferido de Jesús, fue hábil y rápidamente aprovechado por los monarcas asturianos y leones para consolidar su reino en oposición a Al-Andalus y para darse a conocer al resto de la Cristiandad europea.
Se hace de Santiago el abanderado de los ejércitos cristianos en las contiendas militares y se crea la leyenda de la intervención gloriosa del apóstol en la más que dudosa batalla de Clavijo. Desde entonces, los ejércitos cristianos entran en batalla con el grito:
«Santiago y cierra España».
Existen dos hechos que prueban la importancia del enclave compostelano para la monarquía asturleonesa. Por un lado, en el año 899 Alfonso III, El Magno, consagra una nueva catedral de mayores dimensiones y calidad artística que la levantada por Alfonso II. Un siglo más tarde, en el año 977 Almanzor destruye Santiago -aunque respeta la tumba- a sabiendas de que se trataba del centro espiritual del enemigo cristiano.
El apogeo del Camino en tiempos del románico.
La orden de Cluny pronto se hace eco del prestigio de Compostela y durante el siglo XI promueve las peregrinaciones a Santiago. A cambio, los reyes cristianos hacen generosas donaciones a sus monasterios.
A lo largo del siglo XI la afluencia de peregrinos se intensifica y comienza la labor organizadora de los reyes para facilitar el tránsito. Se comienzan a construir puentes y hospitales en los enclaves necesarios. Comienza a establecerse una ruta principal con sus respectivas estaciones (Camino Francés).
En el año 1073 se inicia la construcción del tercer templo consecutivo sobre la tumba del apóstol, bajo mandato del obispo Peláez. Será la gran catedral románica que conocemos: un magnífico templo del «románico de peregrinación».
El definitivo espaldarazo que hace del Camino de Santiago la gran ruta de peregrinación de los siglo XII y XIII es la concesión desde Roma de los Años Santos Compostelanos, con la posibilidad de que los peregrinos obtengan la indulgencia plenaria.
La Bula Regis Aeterni concedida por el Papa Alejandro III en 1179, no hace sino confirmar privilegio concedido a Compostela por el papa Calixto II en el año 1120 por lo que serán Años Santos o Años Jubilares todos aquéllos en los que el día 25 de Julio (día de Santiago) coincida en domingo.
Compostela aventaja claramente a la propia Roma en este aspecto. Allí los años jubilares suelen coincidir cada 25 años, en Compostela cada seis.
Las indulgencias de ambos Años Santos son las mismas, es decir, será la indulgencia plenaria o perdón de todo tipo de culpa o pena. Las condiciones para ganar el jubileo son las siguientes:
• Visitar en Año Santo la Catedral de Compostela donde se guarda la Tumba de
Santiago el Mayor.
• Rezar alguna oración (al menos el Credo, el Padre Nuestro y pedir por las intenciones del Papa). Se recomienda asistir a la Santa Misa.
• Recibir los Sacramentos de la Penitencia y la Comunión, dentro del período comprendido entre los quince días anteriores y posteriores a la visita a Compostela.
En 1139 Aymeric Picaud lleva a Santiago su «Guía del Peregrino» denominado Codex Calixtinus atribuido por los monjes de Cluny al Papa Calixto II, de ahí su nombre. En él se describe el Camino de Santiago y se dan multitud de consejos para recorrerlo, a la vez que describe -de forma muy partidista, eso sí- sus lugares y gentes.
Estamos por tanto, ante la época de esplendor del Camino a Santiago. Miles de peregrinos de toda Europa, dirigen sus pasos hacia el fin del mundo conocido acompañados por su bastón y su calabaza-cantimplora. La vieira o venera conseguida en Compostela acreditará, al regreso, el éxito de la aventura.
Declive.
A partir de la peste negra que asola Europa en el siglo XIV las peregrinaciones se ven seriamente disminuidas.
Doscientos años después, la aparición del Protestantismo es otro golpe al Camino de Santiago pues el mismo Lutero disuade a sus seguidores de viajar hasta su tumba con palabras como:
«… o sea, que no se sabe si allí yace Santiago o bien un perro o un caballo muerto…»
«… por eso, déjale yacer y no vaya allí…»
El arzobispo de Santiago en el periodo 1587-1602, Don Juan de Sanclemente y Torquemada, ante la amenaza del corsario Francis Drake que había manifestado su intención de destruir la catedral y el relicario del apóstol, ocultó sus restos llevándose el secreto a la tumba.
Éste y otros motivos consiguen que, durante los siguientes dos siglos, las peregrinaciones a Compostela entren en una atonía tal que según cuentan las crónicas, el 25 de julio de 1867 tan solo habían acudido a Compostela unas pocas decenas de peregrinos.
Resurgir.
El arzobispo Payá Rico descubre los restos del apóstol en 1879 y se apresta a la aprobación de la autenticidad de las reliquias, que consigue de las autoridades eclesiásticas y científicas españolas de la época y que ratifica el propio Papa León XIII en su Bula Deus Omnipotens.
Sin duda es el último cuarto del siglo XX cuando verdaderamente se produce el resurgir de las peregrinaciones a Santiago. No cabe duda que parte del éxito de los últimos años se debe a razones de promoción turística de la que intensamente sido objeto. Pero también es incuestionable que la ruta jacobea se ha ganado su prestigio actual gracias a su valor eminentemente espiritual, justamente en una sociedad progresivamente enferma de materialismo.
En 1993 el Camino de Santiago fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Arquitectura, escultura y artes suntuarias de estilo mozárabe.
Como en el caso del arte visigodo y asturiano, es decir los otros estilos artísticos y arquitectónicos del prerrománico español, el arte mozárabe es siempre fruto de fascinación y controversia.
De hecho, el término «arte mozárabe» es relativamente reciente. Fue acuñado a comienzos del siglo XX por el prestigioso historiador y catedrático Manuel Gómez Moreno en la creencia de que el arte del siglo X y comienzos del XI en los antiguos territorios de Castilla y León, algunos lugares de la Cataluña Condal y el norte de Aragón, emanó fundamentalmente del mundo islámico de Córdoba y fue desarrollado por mozárabes (cristianos en territorio musulmán) huidos desde Andalucía.
Esta teoría de la arquitectura mozárabe ha tenido siempre adeptos y críticos y hoy esa polémica sigue existiendo. Lo que no ha cambiado y es dudoso que lo haga, es la denominación «mozárabe» de estas manifestaciones artísticas ya que, aunque se han propuesto otros nombres como «arte de repoblación» «arte fronterizo», etc. no han caído en gracia.
Se trata de un arte fascinante, que tiene que ver en muchos casos (el mozárabe de Castilla, León, Galicia y Cantabria) con la arquitectura tardorromana y visigoda, pero con evidentes formalismos árabes.
Estas iglesias, austeras exteriormente, suelen tener un espacio interior muy hermoso y de gusto oriental, con arquerías de herradura, columnas con capiteles corintios de tradición cordobesa y, en algunos casos, tallas escultoras de gran esquematismo imaginativo.
Se trata de los templos de San Juan de Baños, San Cebrián de Mazote, San Baudelio de Berlanga, San Miguel de Escalada, Santa María de Lebeña, Santiago de Peñalba, etc.
El mozárabe del Alto Aragón (El Serrablo de Huesca) tiene, por su parte, su propia controversia ya que, para algunos, su origen estaría entre el siglo X y comienzos del XI, siendo obra de mozárabes. Mientras que para otros hay que emparentarlo directamente con el románico lombardo catalán del siglo XI, como el desarrollado en todo el Pirineo, aunque con «contaminaciones» estilísticas mozárabes.
Las obras más importantes conservadas en cuanto a Artes Suntuarias de estilo mozárabe son el cáliz mozárabe de Santo Domingo de Silos, la cruz procesional y el ara de marfil conservados en el museo Arqueológico Nacional de Madrid y procedentes de San Millán de la Cogolla y la Arqueta de las ágatas de San Isidoro de León (también en el M.A.N.).
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